viernes, 1 de mayo de 2009

FUEGO


Sonó el teléfono adormecedor, tembloroso. Sonia le mostró su herida hermosa y soleada. Jon se extrañó pero dedicó una amplia sonrisa a su pareja. Ella mostraba una vidriosa imagen invisible.
Lejos se escuchaba la ciega guerra inexistente. Se olía una luz oscura, tenebrosa. Las inválidas esclavas flores del jardín eran de color rojizo polar. Sin embargo, ellos nunca salían a pasear. Se entretuvieron, divirtiéndose además, con un libro saltarín y demoníaco.
Se produjo un incendio purificador vital. Se distinguía el cabello de Sonia, enamoradizo e huidizo. Llegó la despedida, espantadiza, enigmática. Segundos más tarde la muerte, amada y conocida; Jon dejó escapar su vida cerrada en su puño. Abrió la mano. Sonia era la mujer negra asesina.