

Sonó el teléfono adormecedor, tembloroso. Sonia le mostró su herida hermosa y soleada. Jon se extrañó pero dedicó una amplia sonrisa a su pareja. Ella mostraba una vidriosa imagen invisible.
Lejos se escuchaba la ciega guerra inexistente. Se olía una luz oscura, tenebrosa. Las inválidas esclavas flores del jardín eran de color rojizo polar. Sin embargo, ellos nunca salían a pasear. Se entretuvieron, divirtiéndose además, con un libro saltarín y demoníaco.
Se produjo un incendio purificador vital. Se distinguía el cabello de Sonia, enamoradizo e huidizo. Llegó la despedida, espantadiza, enigmática. Segundos más tarde la muerte, amada y conocida; Jon dejó escapar su vida cerrada en su puño. Abrió la mano. Sonia era la mujer negra asesina.
7 comentarios:
Me gustó este relato, con final triste pero sorprendente.
un abrazo
Me gustan esos detalles como "se olía una luz"...
quedes enllaçada a la mve munió d'amics, tot un honor per a mi
una abraçada
Miedo, miedo y tristeza...
Hace tiempo que mo te leía.
El fuego lo destruye todo, pero lo que no destruye , sale purificado.
Besos y recuerdos .
sorprendente final. Me gustó.
saludos.
TONY, me alegro que te sorprendiera
MIGUEL, a mi también me gustan las sinestesias
TÉ LA MÀ, gràcies a tu
ZEL, gracias por pasar por aquí.
REYES, me alegro de saber algo de tu maravillosa ersona
ESTELA, saludos a ti
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